Y me interné en el bosque de tu cuerpo,
con las ansias de encontrar un refugio
para las penas que aquejan a mi alma.
Al frente de mí a todas direcciones,
en las veredas de andariegos pasos,
dejé de mi aliento en cada escondrijo.
Mi alma agitada de tanto correr,
cayó con la resignación latente
en un charco de profundo silencio.
Y fue en ese instante que te encontré,
taciturno, paciente, misterioso,
pleno de la fragancia de la ausencia.
Quise llorar abrazada a tu cuello,
tus labios acallaron mis lamentos
y así, fue así que con un tierno beso
mi llanto se transformó en alegría,
se esfumó mi queja y una alabanza
brotó de mi alma... Sólo para ti.
Crystal
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